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Mostrando entradas de 2015

Año Nuevo

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Año Nuevo                                                       La verdad empieza en el cuerpo. Cada día, una vida.  Pero ¡cuidado! Que la vida no es lo que se lee en los periódicos. Ni en internet. Las apariencias no engañan.  Deseo un buen año 2016 para todos vosotros. Manuel María Torres Rojas. Foto Masao Yamamoto.

Navidad y Año Nuevo

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Navidad y Año Nuevo                                                         La mejor celebración de estas fiestas es siempre la más perfecta normalidad. Ello es lo que te deseo ahora y también para todo el 2016. Cada día, una vida. Abrazos Manuel María Torres Rojas (foto M. Yamamoto)

Sin pijama y sin recuerdos (capítulo séptimo)

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Sin pijama y sin recuerdos (capítulo séptimo)                                                 Puta polución atmosférica ¡Qué gorrinería de ciudad! Me pica la garganta. Me apetece tomar un té, comprar un libro y pasar a un baño que no huela ni a desinfectante de clínica ni a pis. Buscaré un drugstore y a Juan Ramón Jiménez. A Brendan Behan no, porque no lo encuentro nunca. Escribir y olvidar. Behan era alcohólico con problemas de escritura. Así era. Escribir y olvidar. La máxima felicidad. De frente viene un grupo de chicas del altiplano andino. Pienso si estaré en Cuzco, aunque no olvido que Los Andes empiezan en Venezuela y terminan en la Patagonia. Me propongo no lloriquear no vaya a ser que piensen que soy italiano. Llegan a mi altura, saludo y pregunto dónde puedo desayunar. Me responden maliciosamente que por ese barrio no suelen dar de desayunar a las cuatro de la tarde y que si quiero merendar, no lejos, todo derechito, queda un centro comercial. En él, compro

Sin pijama y sin recuerdos (capítulo sexto)

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(foto del autor) Sin pijama y sin recuerdos (capítulo sexto)                                                    Salí a la calle como las putas de los edificios de apartamentos por horas, con el neceser en la mano y llamando un taxi a grito pelao . En el neceser no iba lo preciso para atender mi compostura y aseo, sino un convoluto lleno de unos billetes de quinientos nosequé cada uno. Una fortuna, me dijo el director del manicomio al despedirse de mí con un guiño. Yo lo hice con una pregunta: - ¿Quién tiene mi ropa interior? ¡Qué calle más rara! Sin aceras con arbolitos en sus alcorques para que meen los perritos, ni edificios medianeros unos de otros para conformar cuadras regulares. ¡Qué ciudad más rara! No me suena de nada. Ganas me dan de volverme a la cama. Un taxi se digna parar. Le digo a su conductor que me lleve a la avenida del Libertador esquina a Los Jabillos, edificio Junín en la urbanización La Florida. Vuelve a mí su cara de piña y pregunta: -

Sin pijama y sin recuerdos (capítulo quinto)

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( foto Tina Modotti Edward Weston 1923 ) Sin pijama y sin recuerdos (capítulo quinto)    ____                           Cambia de tercio el hombre de la bata blanca que indaga y sorbe mate sin parar y va y me pregunta: - ¿A usted le gustan las mujeres? Respondo: - A rabiar. Ellas siempre me decían: “esta tarde te veré”. ¿Cuál es la tarde de las mujeres? ¿usted lo sabe? ¿habrá sido ya esa tarde prometida mientras yo soñaba que pronto vendría? Vuelve a la carga el galeno inquisidor: - ¿Encuentra usted alguna relación entre ellas en general o alguna de ellas en particular y su enfermedad? Callo. No pienso darle ninguna lección, que para eso quien cobra es él. Pero tengo manchas de rouge en la memoria. Para mis adentros me digo que seguro que sí. Que están relacionadas la enfermedad mía y ellas. En realidad han sido la causa remota y la próxima de todos mis descensos a los infiernos. ¿Por qué no iban a determinar que me durmiera sin fin…sin fin…sin fin? Me propon

Sin pijama y sin recuerdos (capítulo cuarto)

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( el autor explicando su aventura clínica ) Sin pijama y sin recuerdos (capítulo cuarto)                               Terapia conversacional… decía el muy gilipollas vestido a lo freudiano. Le pregunto si ha leído “El cuarteto de Alejandría”. Responde: - Es usted el paciente mimado de esta santa casa ¿Ha intentado, por ventura, suicidarse usted alguna vez? Estoy siendo prudente, pero no doblo la cerviz. Callo. No me empujen, que me vuelvo a dormir, coños. Lo que vemos no es todo lo que hay… Si duermes ocho o diez años seguidos, lo sabes. Tienes mucho tiempo para no hacer nada… y piensas… o te parece que lo haces… o lo sientes así… a ojos cerrados. No hacer absolutamente nada durante años es una forma elevada de búsqueda espiritual. En mi primera vida había una ranura de luz. Me parecía recordar. Más de la mitad de los adultos tiene algún tipo de insomnio. Yo antes dormía siempre. Ahora, casi nunca. Recurro al rizópodo de la bata blanca y suelto dos

Sin pijama y sin recuerdos (capítulo tercero)

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( fotos de mi niñez en el Buen Retiro )  Sin pijama y sin recuerdos (capítulo tercero)                                                   Nueva sesión con el psiconeurólogo. ¡Dale, machaca! - ¿Cómo van sus recuerdos? me pregunta el hombre feo y duro de mollera. - Muy bien ¿y usted? Un día un chino entró en casa y se meó en mi alfombra. He tomado manía a este sujeto. No lo aguanto. Está convencido de que la mierda es mejor que la nada. Pido que me suba la dosis de orfidal, pues ahora resulta que no consigo dormir. Rechaza mi petición alegando que se acostumbra uno. El muy zote no comprende que mi insomnio actual algo tendrá que ver con la circunstancia de que he dormido, noche y día, no sé cuantos años. Y que las vacas flacas de la vigilia suelen suceder a las vacas gordas del sueño. Y viceversa. Digo al médico interrogador: - Por cierto doctor, quería preguntarle si, a su conocimiento, existen otros casos como el mío. Carraspea un poco. Aclara la voz y me d

Poema LA LUNA QUE NO ES.

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(el escritor y poeta Manuel María Torres Rojas) Poema LA LUNA QUE NO ES                                                  Por gentileza de mi querida colega y amiga Mery Larrinua estoy participando, con mi poema LA LUNA QUE NO ES, en el importante evento "Luz del Corazón-ELILUC Encuentros Literarios Internacionales". Los poemas o relatos presentados por un grupo escogido de escritores hispanohablantes están siendo recitados, en el programa radial argentino “Una Noche Inolvidable” de Carlos Fernández, por ilustres voces de la radiodifusión argentina. Con independencia de que se puede escuchar el texto completo de mi poesía pinchando en el video arriba insertado, me permito reproducirlo a continuación: LA LUNA QUE NO ES La luna que no es, vino con el tercer sueño y vino malo, sueño malo. Vino amargo. Caras de antes, traidores, sitios imposibles, gente de plomo. Cuarenta y cinco años para diez de soledad: ¡brasas de carbón de encina! Mi tier

Sin pijama y sin recuerdos (capítulo segundo)

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( foto Frank Horvat ) Sin pijama y sin recuerdos. Capítulo segundo.             _____               Me acuerdo de ella. ¡Dios!: tacones, manos, medias. Su falda, sus rodillas, su blusa, su melena, el nacimiento de su nuca. Me acuerdo de ella con el corazón, no con la memoria. También recuerdo que bajaba andando con mi padre hasta el estadio Metropolitano y que mi equipo ganaba siempre la liga. Y que los malos, los hombres blancos, bajaron a segunda división. O casi. He sido varias personas, yo. Una de ellas ha hecho mucho cine. Pero eso prefiero no contárselo al plasta del neuropsiquiatra. Comencé como actor. Los papeles de Marcello Mastroianni y los de Alain Delon los interpretaba yo en la piel de ellos. Luego me hice director. Las películas de Chabrol y las de Rohmer, mías son. Ahora estoy haciendo los guiones de un tal Rafael Azcona, que se ha muerto hace poco y es otro de mis heterónimos. La frase de Truffaut que define el cine como “el arte de hac

Sin pijama y sin recuerdos

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( autorretrato de mis dos pies al amanecer ) Sin pijama y sin recuerdos. Capítulo primero                  ______   El torrente gris de ciegas horas se rompe por una ranura de luz. Desperté sin pijama y sin recuerdos. Mi cuerpo estaba cubierto tan sólo por una bata de hospital, de esas que te dejan con el culo al aire. Mi memoria, vacía. Boca arriba, yerto de cuerpo y yermo de espíritu.  Respiré con la tripa. Tenía un ladrillo en el estómago y la lengua como lija del número tres.El médico preguntó: - ¿Cuál es su último recuerdo? Contesto: - No lo sé. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? Dice el médico que en mi historial no consta fecha de ingreso y que, cuando él empezó a trabajar en la clínica, hace un lustro, era fama que yo era el decano de los pacientes.El galeno insiste: -¿Qué es lo último que usted recuerda? Se estaba poniendo pesado. Respondí: - Una casita muy chiquitita con muchas flores en el jardín. El hombre de la bata blanca humaniza su ros

Pacto de caballeros

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Érase que se era un ratón de campo que se comía mi jabón. Hace mucho tiempo era costumbre, en años de magra cosecha, aprovechar el aceite de oliva inservible para elaborar jabón. Removíase la mezcla en grandes barreños de cerámica vidriada. Añadíase aceite de laurel y otro ingrediente que no recuerdo ahora, quizás glicerina. Batíase con palos largos de madera de avellano y la fuerza de los labriegos brazos. Y ¡oh milagro! ya estaba saponificado el aceite. El mejunje se trasvasaba a cajones de madera,que eran apilados y puestos a desecar en las naves donde se entrojaba el grano. Cuando endurecía casi del todo era cortado con serruchos, primero en barras alargadas y luego en tacos. Era un jabón muy bueno y sano. Una mañanita de verano, al asearme en mi tocador, que tenía un aguamanos de jofaina y palangana de porcelana, advertí en mi mendrugo de jabón huellitas de uñas y roeduras de dientecillos. Y así día a día y noche a noche de un estío calefaciente. Tracé un plan, que ejecuté en

En aquel huerto inmediato

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Del monte en la ladera por mi mano plantado, tengo un huerto que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto "Oda a la vida retirada. Fragmentos" Fray Luis de León En el quinto año de la séptima década del pasado siglo determiné pasar el estío en compañía de nadie. Polvo, sudor y hierro, en el jodido secarral de la meseta castellana. Terminaría así unos estudios universitarios que me tenían harto. Harto de tanta anormalidad artificial. Fue mi primer verano sin veraneo. Otro propósito, genuino y no confeso, era el de labrar un huerto en el piso paterno, vacío durante la canícula. El primer designio no requería sino de unas horas de estudio cada madrugada, a menudo sentado en el balcón, por si se levantaba la fresca, que no lo hacía ni con las claritas del día. Desde siempre, las madrugadas han sido para mí la parte final de la noche, nunca comienzo del día. Me gusta atar la luna con el sol. El segundo empeño fu