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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Antipático castellanismo necesario

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(foto tomada por mí en Donostia)   ¿Cómo dudar que los tiempos son otros  ─  ¡universalidad!  ─ sobre esta sequerosa piel de toro, ¡limitada por mares sensuales!, en cuyo centro ¡ay! han de tenernos clavados nuestros pies?   Pero, para algo están ciertas frentes. ¡Antipático, desagradable, odioso; asensual "castellanismo necesario" de las pseudoartes espa- ñolas de hoy! ¡Abajo el arte feo! ¡Viva el arte agradable! Juan Ramón Jiménez Madrid, octubre de 1920.

La más oriental de las mágicas noches

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(Ravenna, Basílica de S. Apolinario) Siempre conseguí que SSMM Los Reyes del Oriente me trajeran todo lo que pedía. A ello contribuía no sólo la moderación de mis encargos sino también el método por mí empleado. La moderación consistía en ir comprobando en el Bazar Horta, en Pabú o en Deportes Cóndor cuánto sumaba lo que yo quería tener y nunca pasar de la cifra que mi orden natural consideraba tope máximo a lograr cada Navidad. En este sentido, debo confesar y confieso que nunca me gustó la canción “Todos queremos más” que cantaba Alberto Castillo. Revela avaricia y afán de acumular riquezas. Prefiero no tener sobre qué Dios me llueva antes que ser pájaro gordo de muchas campanillas. Nunca quise ir a Galerías Preciados a entregar mi carta a los emisarios de los Reyes. Bien muchachito, ya sabía yo diferenciar entre lo que son promociones comerciales de los mercaderes y tenderos y la magnanimidad y longanimidad de los auténticos reyes de Oriente, que hacen magia y pre

En Venecia, cruel confidencia de mujer

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(fotos tomadas por mí en Venezia) Durante la cena, a medida en que la noche se cerraba, la dolorosa confidencia   de aquella mujer con roja mata de pelo rojo se iba transformando en cruel   descripción, con pelos y señales, de su infidelidad para conmigo.  Y conste que, de   ellas, mutables cual plumas al viento, mi razón no aguardaba sino   unas migajas de calor. Apenas. A pesar de mi convicción intelectual, jamás me había sido dado imaginar que la hiel de su   confesión fuera tan amarga y tan honda la daga que me rasgó en dos.   En aquella cena en el Harr'ys Bar de Firenze, o quizás en la postrera en   la trattoria Da Ernesto en Venezia, la diosa de la roja mata de pelo rojo,   en el fragor del champagne Taittinger, me invitó a contemplar en   su teléfono de bolsillo una foto de su amante ultramarino. Airado, rehusé su ponzoña y salí a la puta calle a   llorar un cigarrillo. En el camino de vuelta al hotel, ambos en marmóreo y civilizado silencio, se me

Toda ficción es autobiográfica

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(el chaval que figura en el centro soy yo.  La foto está tomada en el primer día de mi entrada en el colegio) “Toda ficción es autobiográfica. No hay nada más autobiográfico que la ficción, ni nada más ficticio que la autobiografía. Más que un dramaturgo, me considero un poeta. Y un poeta siempre habla de sí mismo, de su aventura espiritual y del lugar en que se encuentra frente al mundo. Ahí es donde se halla lo más íntimo. Hablar de mi vida sexual habría resultado mucho menos privado e indecente.” “Pese a su fervor religioso, el dramaturgo no tiene problemas en marcar sus distancias con la Iglesia. Dice vivir con dolor el repunte ultracatólico al que asiste Francia desde 2012, cuando millones de manifestantes salieron a la calle contra el matrimonio homosexual que pretendía aprobar François Hollande. Py se dice repugnado ante esa supuesta minoría silenciosa, convertida en vigoroso contrapoder a la acción gubernamental. “Me siento triplemente horrorizado: como francés,