Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2013

Madrid en gris (capítulos cuarto y quinto)

Imagen
( autor y hermana en el parque de El Retiro ) Capítulo cuarto La calidez que no encontré en el colegio, probablemente porque los colegios no están pensados para ser cálidos sino para meter dentro de las estructuras de la sociedad a los chavales, sí anidaba en nuestra casa, en el 3º izquierda de Claudio Coello 38. Era y es un edificio como tantos otros, y no de los más nobles, del barrio de Salamanca de Madrid. Supongo que data de primeros del siglo XX, con una arquitectura anodina, un portal sin mérito alguno y la estructura clásica concebida por el marqués de Salamanca. A saber, en mi barrio los inmuebles suelen tener una escalera prin­cipal, con su ascensor, que en nuestro caso era de la firma Munar y Guitart, y otra escalera de servicio con un montacargas, a fin de dar acceso a pisos de segunda categoría, esos que no tienen balcones a la calle sino ventanas con vistas al llamado patio de manzana. Quiere decirse que aquel inmueble era una espe­cie del “up and down” de

Madrid en gris (tercer capítulo)

Imagen
(portal de la casa que me vió nacer) Hoy ha muerto el pez más grande y viejo de mi acuario y ello me lleva a recordar mi primer intento de tener uno. En el Madrid de mi niñez no era fácil encontrar los elementos que conforman un espa­cio autosuficiente como es un acuario. No había tiendas dedica­das a ello puesto que el nivel de vida no lo permitía. Tracé un plan con Avelino el fumista, cuyo taller lindaba con el portal de Claudio Coello 38, según se mira de frente, a mano derecha. A mano izquierda había una panadería regentada por la “señá” Casilda. Avelino, con gran cariño y mimo, me hizo un acuario con cristales embutidos en armazón de hierro. Intenté criar peces de agua fría al no haber en mi ciudad peces tropicales, de más fácil reproducción en cautividad. Conseguí unos ciprinos dorados y unas algas de las que flotaban en el estanque del Retiro y también arena de río de una obra del barrio que tenía un cartel que decía “Hay arena de miga”. Con todo ello organicé lo que de

Madrid en gris (segundo capítulo)

Imagen
(Madrid ayer triste...) (... hoy triste y sucio) Cuando llegaba la época de la fruta de hueso, sobre todo albaricoques, guardaba los güitos para irles frotando contra las fachadas de los edificios, desde casa hasta el colegio, de forma que, una vez conseguido desgastar la parte picuda del hueso, y después de sacar con unas pinzas la semilla, fabricaba un silbato que sonaba a todo menos a urbano. En el colegio pasé once años de invierno y trámite sin saber que con la universidad llegaría la primavera. En cambio, sí sabía que había veranos y que éstos se llamaban Campoamor y Los Cipreses. Siempre fui estudiante de buenas notas, muchas veces de las llamadas “doradas”, porque tenían una orla o cenefa de purpurina que yo raspaba con una cuchilla de afeitar desechada por mi padre, a fin de guardar el dorado polvo en un frasco de cristal. Las notas llevaban sello de Don Andrés Pérez Asenjo o de Don Clemente Cerri­llo, que eran los directores de estudios de pequeños y de median

Madrid en gris (primer capítulo)

Imagen
( arriba primer día de colegio; debajo, último ) Nací el segundo día de un otoño del siglo pasado en la Maternidad de Santa Cristina, en la calle de O’Donnell de Madrid. Los vein­tiséis años siguientes viví en el domicilio familiar de Claudio Coello 38, 3º izquierda. Mi madre me parió con dos defectos de fabricación, que me diferencian de la mayor parte de mis semejantes. El primero consiste en creer que todas los personas somos iguales. O sea que, ingenuo de mí, soy demócrata de nacimiento. Mi segunda deficiencia origi­nal es que soy del Atleti. Como mi padre y como mi hijo. Conservo la foto de mi primer día de colegio y también la imagen de la comida que puso fin al último curso, entonces llamado preuniversitario. Entre ambas, nada más ni nada menos que once añitos de mi vida, a saber, parvulitos, párvulos, elemental, in­greso, los cuatro cursos del bachillerato elemental, más quinto y sexto de letras y el preu como remate. En el preu estudié a fondo el Polifemo y las S

Yo me voy a los cafeses

Imagen
                                                                                      (foto tomada por mí) Yo me voy a los cafeses y me siento en sus sofases, me pido unos canapeses  y me alumbran los quinqueses con las lumbres de sus gases. (Ramón Gómez de la Serna, modificado por un servidor de ustedes)

Hay un idilio dormido...

Imagen
(fotos tomada por mí) Hay un idilio dormido en el fondo de mi alma.  JRJ ...en lo hondo de mi corazón. MTR