El niño es el padre del hombre



Correr el tupido velo no se parece a ninguna biografía. Pilar Donoso -hija del autor del Boom- ha trazado un retrato de familia en los antípodas del sensacionalismo. Es un libro sutil, complejo y traspasado por el ansia de entender y de amar



"El niño es el padre del hombre", decía Wordsworth, y es verdad. El niño que fuimos, es decir, el peso de nuestra infancia, nos persigue durante toda nuestra vida; y los octogenarios, al morir, con las manos ya crispadas sobre el embozo, a menudo llaman a su madre como si fueran críos. La niñez es nuestra horma o nuestra cárcel.


Correr el tupido velo, la biografía que Pilar Donoso ha escrito sobre su padre, José Donoso, el conocido autor chileno perteneciente al Boom (El obsceno pájaro de la noche es su novela más célebre), es un libro que intenta, justamente, encontrar la puerta de esa prisión interior. Cuando se publicó, hace cosa de un año, escuché algunos comentarios críticos que le reprochaban a Pilar haber publicado demasiadas cosas íntimas de su padre. Y es verdad que cuenta cosas tremendas. Como, por ejemplo, que el propio Donoso confiesa en sus diarios "haber golpeado varias veces a mi madre con 'fuerza y prolongación' (...) Pero luego quedaba lleno de culpa y de arrepentimiento". Sin embargo, hay algo tan puro, tan verdadero y tan profundo en el trabajo de Pilar que el libro no resulta en absoluto indiscreto o indecente en sus revelaciones. Antes al contrario: todo cuanto dice, hasta lo más sangriento, está contado en sordina, con minúsculas, en los antípodas del sensacionalismo. Es un libro traspasado por el ansia de entender. Y de amar.


Esta biografía no es como ninguna otra. He leído muchas, porque es un género que me encanta, pero me resulta difícil recordar otro texto tan desnudo como éste. Pilar Donoso, que fue hija adoptiva de José y de su mujer, María Pilar, ha publicado el libro diez años después de la muerte de sus padres (fallecieron con dos meses de diferencia). Para redactarlo, leyó los diarios de su padre y de su madre. ¡Qué atrevimiento! Hace falta ser muy valiente para hacer algo así: las anotaciones privadas de ambos "me enfrentan a lo que no necesariamente quisiera saber", dice la autora. "En cada página, sin darme cuenta, me encontré también conmigo; tuve que reestructurarme una y mil veces frente a lo allí escrito, ante el desconcierto, el dolor, el amor, el miedo, el odio...".


En la primera parte del libro, Pilar incluye varias de las anotaciones que su padre había hecho sobre ella. Palabras terribles, frases demoledoras a las que la biógrafa, con admirable entereza, no añade ni un comentario, ni una defensa, ni una explicación, y que aplastan las páginas con un peso de plomo: "Pilarcita, eternamente limitada de mente", por ejemplo.


Pocas limitaciones mentales puede tener una mujer como Pilar Donoso, a quien no conozco, pero que es capaz de escribir una obra como ésta, tan sutil y compleja. Correr el tupido velo tiene una parte de, digamos, biografía convencional sobre José Donoso; se puede seguir su trayectoria creativa, se indaga sobre la gestación de sus libros más importantes, se cuentan pormenores del Boom latinoamericano, de sus integrantes y de la vida literaria de la época. Pero, sinceramente, a mí todo eso es lo que menos me importa: nunca fue uno de mis escritores preferidos, aunque desde luego era un autor notable. Ahora bien, lo que te atrapa de esta biografía, lo que te fascinará aunque no hayas leído jamás ni una línea del Donoso escritor, es lo que tiene de retrato de una familia. De una familia, como dicen los norteamericanos, "no funcional", es decir, problemática, pero que cuenta con la ventaja de que todos sus miembros escriben bien o muy bien, se autoanalizan y han dejado inteligentes testimonios de sus avatares.


"En mi casa era imposible diferenciar esa línea tenue entre la ficción y la realidad, y aún ahora me cuesta distinguirla", dice Pilar. Y también: "Asumí, siendo muy pequeña, el rol de madre de mis padres. Una vez, ya viejo, me dijo: 'Tú has sido más madre mía que yo padre tuyo". ¿Qué hay detrás de la vida visible, qué se oculta en lo que yo llamo secretos de alcoba, que no tienen por qué ser sexuales, sino que se refieren a ese último rincón de la intimidad que a veces sólo conoce nuestra almohada? En el caso de Donoso, María Pilar y Pilarcita, una carga suficiente de angustia y de dolor: la madre alcohólica y depresiva, el padre perseguido por sus demonios (mala relación con su propio padre, una bisexualidad clandestina que le avergonzaba, ataques de paranoia), la hija lidiando con sus propios fantasmas de niña adoptada y probablemente desprotegida: "Mi madre empezaba a tomar desde muy temprano y mezclaba el alcohol con Valium, por lo que ya a las ocho de la noche caía inconsciente a su cama; mi padre prefería no ver o no hacerse cargo del problema y permanecía en su altillo hasta lo más tarde posible". Ese padre, en fin, que a veces estaba "tan lleno de sí mismo" que era de un enorme egocentrismo. Y todo esto, con el telón de fondo de la inestabilidad financiera tan típica en casi todos los artistas: "No tiene ni seguro de vida, ni retiro, ni capital, ni rentas fijas mensuales. Vive en una constante zozobra económica".


Releo lo que he escrito y veo que el libro podría parecer un vil recuento de miserias domésticas, una obscena exhibición de menudillos, quizá incluso una venganza de la hija. Pero no, nada de eso, porque Correr el tupido velo está lleno de hermosos fragmentos de los diarios del padre y de la madre; de cartas que se intercambian entre ellos; de reflexiones de ambos y de la propia Pilar. Y cómo se analizan los tres a sí mismos; cómo intentan entenderse y asumir sus fallos. Se quieren, se desean lo mejor y, aun así, se hacen daño. Lo cual es una tragedia muy común, una contradicción profundamente humana. Al final, el retrato que emerge de los personajes de este libro, pese a sus errores, sus egoísmos y sus excesos, es el de un puñado de buenas personas intentando sobrevivir a la desdicha. Correr el tupido velo es una declaración de amor escrita sobre el abismo.

(Pilar Donoso. Alfaguara. Madrid, 2010)

                                Reseña escrita por Rosa Montero para Babelia

Comentarios

  1. No he leido el libro, pero lo compraré, me has despertado la curiosidad.

    Yo entiendo perfectamente el rol ese de que el niño sea el padre del hombre porque, al menos en mi caso, mis hijos cuidan tanto de mí que hasta me riñen (por el tabaco y las chuches principalmente) y yo pronuncio esa frase de: "aquí tenemos los papeles cambiados, no me riñáis" pero lo hago con la boca llena de orgullo.

    Gracias por tu visita, ha sido un placer conocer tu blog.

    Besos

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  2. Manuel según escribes en este post y he ido leyendo,el cual te felicito por ello.
    Pilar a corrido un tupido velo , ha sacado , lo mejor y lo peor de ellos tres, a lo largo de su vida, con amor y dolor se vive el pasado y se puede escribe el pasado.
    Una vida escrita a travéz de sus vivencias, sus lecturas de diarios de sus padres de ella misma ,bajo su mirada de alma y corazón desde niña hasta mujer. Pilar hace tripas corazón y es valiente al escribir lo que ha escrito, su realidad de vida sin sentir reparo. Sabiendo muy bien lo que escribe y porque lo escribe para limpiar su mente, respirar tranquila y liberarse del pasado ella ha sido su propia psicóloga...
    Buena recomendación de lectura para leer este libro del post de hoy.

    Feliz domingo.

    Besos de MA para ti desde Granada.

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  3. María y Ma, amigas queridas, mi único papel, en este caso, es dar posada a un desgarrador y sutil libro de memorias. La niña Pilar ha exorcizado sus demonios familiares ¡Bravo por ella! Un buen abrazo para ambas, a cada uno el suyo...

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  4. Como no podía ser menos Rosa Montero hace una descripción pormenorizada de una biografía que más que eso es un vómito de relaciones de cariño, entreladas entre realidades de vida.
    Un beso enorme, mi querido M.M. (en el fondo me encantan esas inciales)

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  5. María, así es aunque...me gusta mucho más tu comentario que la reseña de la Montero. M.M.te saluda rodeado de sus juguetes.

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  6. Hubo un tiempo en que me bebía las novelas de Rosa Montero. Supongo que la vida nos cambió a las dos.

    Me ha gustado esta reseña que has colgado en tu blog y que ha alimentado mi curiosidad por las biografías interesantes.

    Besos,

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  7. Bueno, aquí en Chile, Donoso es un "dios literario", agradezco a su hija que descorra el tupido velo y le veamos caer (como a todos y a todas) a las bajezas y contradicciones humanas. Leí el libro y me estremeció por la fortaleza de su hija para llevar a cabo esta escritura, seguramente su psique lo pedía, el amor es tan frágil y a la vez tan fuerte, tal como dice Montero, en medio de la crudeza de este testimonio pervive el impulso amoroso de una hija por su padre y por su madre. Y me pregunto ¿cómo pudo Pilarcita, tan limitada de mente, no enloquecer en medio de estos dos seres?.
    ¿Soy esa Eva?... podría serlo... que ya es una forma de Ser...
    Mi abrazo y mi contento por tu presencia en mi blog!

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  8. La alegría de tu alegría es el contento de mi contento, amiga Eva. Los hijos deben también adoptar y aceptar a los padres, como estos hicieron con ellos: ¡Qué facil es querer a la familia y qué dificil es llevarse bien con ella! Un abrazo para la ilustre descendiente del gran navegante...

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  9. Interesante reseña de Montero.E interesante la temática del libro de Pilar.
    Es de destacar la valentía de la autora para enfrentar la narrativa de la peopia familia "disfuncional".
    Imagino cómo se habrá sentido al leer:"Pilarcita: tan limitada de mente".Si me hubiese pasado a mi, hubiese pensado que si estaba "escrito" sería , sin duda alguna, para que yo lo leyese.Un padre cruel.Si la madre tomaba valium y bebía ... algún motivo desdichado y profundo tendría.
    La niñez es nuestra horma .Tal cual.Nos predispone para elegir en la vida la cárcel y el maltrato o la libertad.
    En alguna etapa de nuestras vidas terminamos asumiendo el rol de ser padres de nuestros padres.Es verdad.
    Leeré el libro.No leí nada de Pilar Donoso.
    Gracias por la referencia.
    Abrazos.

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  10. ¡Gracias, querida Carmela! Por tu deferencia hacia mi referencia...Abrazos

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