( foto de Masao Yamamoto ) ( texto Manuel Mª Torres Rojas ) Ámbar, entre mil afanes, es una reconocida niponóloga, con gran cartel entre los poetas y estudiosos de los haikus. Aquella tarde de viento forano, se esforzaba en que mis entendederas comprendieran el wu-wei del taoísmo: -No es tan difícil, me decía con su voz adelgazada por una manga de viento. Se trata de no hacer nada que no sea espontáneo… -Mira, en Japón sólo hay una regla moral: no alterar la armonía de nuestra propia mente, del propio cuerpo, de los seres animados o de las cosas inanimadas…, susurraba Ámbar. Y seguía, con su acento de piel de hembra: "No dijeron palabra el anfitrión, el invitado ni el blanco crisantemo" Asentí, con ojos de lluvia. Ella añadía, cimbreando su media voz: -el sol es sintoísta; la luna llena, budista; la roca, zen; el viento, animista; la montaña, sintoísta; el rocío, budista y así y así y así…
Escriben porque tienen talento y olfato de escritores, metiendo las narices en las historias, escritas de puño y letra y sangre del corazón.Hay momentos en todo escritor, en que se produce el brillo del espejo, ante sus letras que es lo que todos buscamos en los libros al leerlos.
ResponderEliminarUn abrazo amigo mío.
Feliz mes de mayo florido y hermoso.
MA.
El blog de MA.
Mi querida MA, personalmente prefiero los relatos autobiográficos, incluyendo los de autoficción. También me gustan los que no tienen trama ni final.
EliminarBesos y abrazos.