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Mostrando entradas de junio, 2015

Relatos de estío, espacio y tiempo

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Relatos de estío, espacio y tiempo                EL CASO DEL TAXISTA HIPERACTIVO              Agarro un taxi a la vera de la clínica de mi maestro japonés. Vuelvo a mi encierro del barrio. El hombre que conduce empieza a hacer cosas raras. Se salta un semáforo y se cambia de carril a cada poquito. Sin poner el intermitente. Ensayo el truco de darle conversación para ver si el hombre se tranquiliza. - ¿Lleva usted mucho tiempo en esto del taxi? Me mira por el retrovisor atravesando el plástico ese de seguridad que te deja sin aire acondicionado en verano  y que no protege ni de un atraco de un niño de teta. Me cuenta que no, que lleva poco tiempo en el oficio. - Verá usted. En realidad yo soy informático, pero, como también soy hiperactivo, cada dos años tengo que cambiar de trabajo porque me pongo muy nervioso. Comento en voz baja que ha ido a elegir un trabajo que ataca los nervios. Me pica la curiosidad e indago si se autocalifica con conocimiento de causa. - ¿Dice u

Venganza y egoismo

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VINDICACIÓN EGOCÉNTRICA_____________ (foto tomada por el autor en Sorrento) El se despertó sobresaltado. Ella no estaba a su lado. De pronto, él recordó la última frase de ella: "tu egocentrismo ha llegado al límite". "¿A qué límite se había referido ella?", pensó él. "¿A su límite, a mi límite o a un límite objetivo inexistente?". Saltó de la cama y se fue directo al María Moliner, sin pasar por el cuarto de baño. "Egocéntrico, -a (de «ego» y «centro») adj. y n. Se aplica a la persona que refiere a sí misma todo lo que ocurre y pone su propia persona en primer lugar en lo que dice, en los asuntos en que interviene o en las reuniones en que toma parte. = *Egoísta." "Muy de ella, utilizar egocentrismo en vez de egoísmo", se dijo él. "Siempre a vueltas con el lenguaje" ("léxico", decía ella). El se aseó y afeitó pulcramente. En el baño eran evidentes las huellas dejadas por los potes y frascos de ella. El

Alicante-Miami

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Quien mal anda...                                 (fotos del autor) La madre y su hija vivían en Orihuela desde que el padre se había marchado de casa con una cubana muy simpática. La madre trabajaba de vendedora en una sociedad de promociones inmobiliarias que había ido llenando meticulosa y especulativamente de chalecitos adosados casi todas las tierras de secano comprendidas entre San Pedro del Pinatar, el Pilar de la Horadada y San Miguel de Salinas. La chica nunca fue buena estudiante y sí, en cambio, una auténtica líder de la cultura del botellón ampliamente implantada en la zona. Es cierto que el clima benigno, el perfume nocturno de las flores de azahar y el natural permisivo de las gentes de Levante propiciaban un cierto relativismo moral, tranquilizador para padres, educadores y estamentos políticos y municipales. La chica necesitaba algún dinero para instalarse con su novio en un apartamento, pagar la fianza del alquiler, comprar cuatro trastos y una nevera y,